jueves, 10 de septiembre de 2015

Empezar por el principio



¡Buenas!

Bienvenidos a mi planeado y requetepensado blog de cocina y cosas varias.
Llevo sin exagerar años con este proyecto en la cabeza, por eso estoy tan contenta de empezar ya y publicar este, mi primer post.

Lo cierto es que me muevo por el mundo de los blog como pez en el agua, son mi referencia y mi consultor de cabecera a la hora de resolver dudas, inspirarme y por supuesto aprender. Y por eso tenía tantas ganas de tener uno propio, para haceros llegar por esta vía mis recetas, con las que muchos de vosotros, amigos, ya disfrutáis cuando venís a casa o cuando nos juntamos por ahí o cuando me encargáis algún pedido.

Esta va a ser la forma de que todos podáis hacer lo que yo hago en vuestra casa. Mediante este sitio os voy a dar a conocer a todas esas personas que me han enseñado prácticamente todo lo que sé: blogueros, profesores, cocineros de prestigio, etc.

Y por supuesto, en este primer post lo tengo que empezar por el principio. Mi primera profesora/mentora/cocinera de referencia es sin duda mi madre. Uno de mis primeros recuerdos en la cocina es un sábado o domingo por la tarde ayudándole a preparar un delicioso bizcocho de yogur, batiendo los ingredientes, engrasando el molde con margarina, rebañando el bol con los dedos y por supuesto la dulce espera mientras el resultado se gestaba en el horno.

Nunca te da por pensar en aquella época que algo tan simple y a la vez tan bonito se vaya a quedar a fuego en tu memoria. Concretamente ese olor, el olor a bizcocho recién horneado, dulce, cálido y confortable. No creo que haya nada parecido en el mundo.

Por eso, aunque sencilla, la receta que os traigo hoy es una de las más especiales para mi. La llamamos así porque nos la pasó una prima de mi madre que la da el nombre. Y estoy convencida de que muchos de vosotros tendréis ya una receta de este tipo con proporciones muy parecidas a la que recurriréis con frecuencia. Para los que no, aquí os paso una receta y también lo que confío podrá ser para vosotros ratos de estar en casa, con vuestros seres queridos, momentos de compartir vivencias y de estrechar lazos como los que yo tendré con mi madre para siempre.

¡Espero que os guste!


Bizcocho Mari Carmen

- 1 Yogur (del sabor que más os guste)
- 2 Huevos
- Aceite de Oliva Suave o de Girasol: una medida del vasito del yogur
- Azúcar Blanca: 2 vasitos
- Harina de Trigo: 4 vasitos
- Leche (entera, semi o desnatada; la que gastéis en casa): 2 vasitos
- 1 Sobre de Levadura Royal



- Lo primero es encender el horno; es importante que esté caliente cuando metamos el bizcocho. Cada uno de nosotros tenemos un horno distinto, pero lo normal es poner calor arriba y abajo, sobre los 180º. Si vuestro horno tiene mucha potencia o se os queman las cosas en seguida lo mejor es que lo pongáis más suave, en torno a los 150º.



- Después engrasamos el molde con margarina o mantequilla. Echaremos también una pizca de harina y la haremos moverse por el recipiente para formar una ligera película. Yo soy partidaria de los moldes grandes y bajos, porque los que son altos y estrechos son más delicados a la hora de hornear y a veces suben muy rápido y al rato se bajan y se hunden por el centro.




- Lo ideal es tamizar la harina con la levadura. Si no tenéis un tamiz podéis hacerlo con un colador. Es un poco rollo pero os aseguráis de no dejar grumos de harina en la mezcla.



- Y ahora sí, vamos a batir. Lo primero son los huevos, el yogur, el aceite y el azúcar. Poco a poco e integrándolos bien. Podéis hacerlo a mano o con una batidora eléctrica. El hecho de que salgan burbujitas significa que estamos poniéndole aire a la mezcla, eso es bueno.
 


- Después alternamos el harina con la leche, incorporándolo bien hasta que esté todo integrado. Este es el momento de personalizar nuestro bizcocho: podéis echarle ralladura de limón, naranja o lima, o algún aroma concentrado, como vainilla, toffee, etc. También podéis añadir trocitos de chocolate o frutos secos: almendras, nueces, pasas, ¡lo que queráis!. Si añadís fruta, como plátano o manzana troceada, lo ideal es pasarla ligeramente por harina previamente para que no se hundan y se nos vayan al fondo del molde.

- ¡Al horno! Lo normal es hornear unos 30 minutos a 180º pero ya os digo que depende de cada horno. Pasado ese tiempo hay que pincharlo con un palillo para ver que esté bien cocido por dentro. Si sale crudo debéis dejarlo un rato más con cuidado de no olvidaros, no se os vaya a quemar. Si la parte superior se os empieza dorar demasiado podéis cubrirlo con un papel de aluminio pero es preferible no abrir el horno demasiado.

- Cuando esté listo, dejamos enfriar y ¡a disfrutar!



- Si queréis rellenarlo podéis cortarlo por la mitad con un cuchillo de sierra o hacerlo de otra manera: antes de hornear, forrad una bandeja de horno con papel para hornear. Extended la mezcla con una espátula y al horno. La ventaja es que sale muy fina y se hornea muy rápido, pero no queda reseco. Después podéis cortarlo con la forma que queráis: redondo, cuadrado, corazones…


- ¡No se os ocurra tirar lo sobrante! Desmenuzadlo y mezcladlo con mermelada, queso crema o nocilla. Haced bolitas y regrigeradlas. Después podéis bañarlas en chocolate fundido al baño maría y dejarlas enfriar de nuevo.



- Con esta receta también podéis hacer magdalenas, que salen igualmente riquísimas.

En fin, espero que os haya gustado y que probéis a hacerlas en casa, al menos una de las muchas variedades que os propongo. 



¡Nos vemos en el siguiente post!

¡¡Besitos!!

Boira

No hay comentarios:

Publicar un comentario