No me parecía propio llegar aquí como si nada y ponerme a hablaros de recetas, etc.
Pero por la tarde, casi sin darme cuenta, me puse a preparar galletas. Las manos pringadas de mantequilla, las chips de chocolate por la encimera, el horno desprendiendo calor y amor a partes iguales (mi horno desprende amor, ¿el tuyo no?), la nocilla poniéndome ojitos desde la despensa...
Y mientras observaba cómo se doraban en el horno empecé a sentirme mejor. Y por eso estoy aquí hoy de nuevo. Porque la cocina me gusta, me hace sentir bien, preparar algo con mis manos, cosas ricas que alegran a la gente y transmiten felicidad, buen rollo y calorías en la misma proporción.
Siempre ha habido gente mala en el mundo, pero también hay gente buena que lucharán en la medida de lo posible por hacer de este lugar mejor. Yo no soy soldado, ni se disparar, ni quiero. Pero puedo decir que he ayudado a mucha gente en los años que llevo dedicada a la enfermería. He visto a niños nacer, he estado al lado de personas que lo han pasado muy mal, de familiares angustiados con los que he compartido cafés, pañuelos, confidencias, risas y más cosas, he visto pelear a gente luchadora con uñas y dientes, he dado consuelo cuando no se podían dar más cosas y acompañado hasta el final, hasta la puerta de salida, cuando no habían más opciones. Y como yo a diario lo hacen miles de profesionales anónimos a lo largo y ancho de este mundo loco.
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Las chicas de la Cruz Roja |
Ayer, la mayoría de mis pensamientos eran para una compañera de la carrera que trabaja en un hospital de París. Tras saber que se encontraba bien, egoístamente quizás, me acordé, casi más que de las víctimas, heridos y familiares, de los médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y personal sanitario en general que fueron a trabajar el viernes por la noche como un día más y volvieron a sus casas con restos del horror bajo las uñas, entre los dedos, desparramados por los uniformes, con los corazones un poco más oscuros y con menos fe en la humanidad.
Y desde este pequeño espacio quería homenajearlos, porque sin ellos el horror de víctimas, heridos, familiares, etc. habría sido mucho peor.
Y además de todo eso, además de enfermera, ahora cocino y también de esta forma puedo repartir felicidad, buenos ratos y, por qué no, consuelo. Mi querido blogger me ha chivado que amigos franceses han visitado este blog varias veces, así que para ellos, para todos, una rica ración de divertidas cookies, llenas de cariño, chocolate, esperanza y buen rollito.
Cookies Cookies Cookies (15 uds)
- 200 g Azúcar Moreno
- 100 g Mantequilla
- 1 Huevo
- 200 g Harina
- 5 g Levadura Royal
- 50 g Chips Chocolate
- 1 Cdta. Vainilla
- Nocilla al gusto
- En un bol grande batimos el azúcar con la mantequilla derretida, pero no caliente, el huevo, la vainilla y la harina.
- Cuando esté bien mezclado, con una cuchara de madera incorporamos las chips de chocolate y dejamos reposar en la nevera durante 15 minutos.
- Pasado ese tiempo, sacamos la masa y hacemos bolitas del tamaño de pelotas de pin pon.
- Las aplanamos con la mano y ponemos una cucharadita abundante de nocilla en el medio.
- Después cerramos la galleta como veis, doblando los bordes hasta tapar por completo la nocilla.
- Ponemos todas las bolitas rellenas en la bandeja con papel de horno y horneamos durante 10 minutos a 180º.
Al salir del horno estarán sumamente blanditas. Dejamos enfriar y ... ¡devoramos sin piedad!
Desde aquí os ruego que las preparéis en casa y, si no queréis comerlas todas, no entendería por qué, las repartáis entre amigos y familiares...
Porque esto, sin duda, es felicidad en forma de cookie...
¡Nos vemos pronto!
¡Besos!
Boira
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