sábado, 19 de diciembre de 2015

Nunca me han besado

Hace unos quince años, cuando vi por primera vez Nunca me han besado, sin duda la película por antonomasia de mi adolescencia, y cuando después de aquél día vinieron decenas y decenas de veces más, nunca, ni por un momento pensé que alguna década después me pudiera ver en una situación parecida. 


Y fíjate. Este lunes es el último día de clase de la primera evaluación. El martes nos dan las notas y no volveremos hasta el ocho de enero. Entonces nos quedarán sólo tres meses antes de despedirnos, de irnos a prácticas el último trimestre y de jugar a trabajar de cocineros. No sé cómo ha pasado, parece que fue ayer cuando volvía al instituto de nuevo, cuando volvía a tener diecisiete años, cuando empezábamos esta aventura y ya casi no queda nada para terminarla...



En fin, no me quiero poner triste. He empezado contándoos esto porque estas van a ser algo así como mis últimas navidades de niñez: sin cole y, por circunstancias temporales, sin trabajo. Es raro cuando pasan estas cosas, esta extraña regresión a la que, cada día me sorprendo más, me he adaptado tan rápido y tan fácil. Volver a estudiar ya mayor era algo que nunca me había planteado pero volver al instituto sin duda me resultaba inimaginable.


Pero en esto consiste vivir, en darte cuenta a diario de que no controlamos prácticamente nada de lo que nos pasa, asumirlo y aprender a ser felices con ello, darte cuenta de lo que quieres y luchar hasta el final. Y por eso me he propuesto disfrutar de estas navidades al máximo porque sinceramente no creo que me vuelva a ver en otra igual.

Estas fiestas quiero aprovechar para hacer un montón de cosas en casa, adelantar y preparar cositas para el blog, salir con mis amigos, ver a mi familia, ir de tiendas, tomar café, disfrutar del invierno, vivir sin reloj y por supuesto ser feliz cada día, no sólo en Navidad. Los propósitos de año nuevo vendrán después, los planes para 2016 están a la vuelta de la esquina pero mientras tanto disfrutemos de lo que queda de 2015, mientras tanto vivamos.

Tenía pensado preparar unas galletas con decoración navideña pero la verdad es que no son muy típicas aquí en España. Por ese motivo me he decidido a traer algo muy tradicional sobre todo de los pueblos en estas fiestas. Los mantecados son unas piezas pequeñas de masa parecida a la de las galletas pero sin azúcar y con manteca de cerdo en vez de mantequilla. Por fuera están espolvoreados con azúcar, que es lo que le aporta el sabor dulce.

En casa siempre los encarga mi abuela en la típica pastelería de toda vida únicamente en Navidad y yo en mi ignorancia siempre pensé que eran terriblemente laboriosos de hacer, por eso nadie que yo conociese los preparaba en casa.

Este año, en la asignatura de Pastelería que estoy cursando, los hemos estudiado y preparado y he quedado maravillada de lo fáciles que son. Cuando me ocurren estas cosas, como cuando preparé Donuts por primera vez, me invade una enorme sensación de poder y autosuficiencia... ¡Qué maravilla poder prepararlos en casa cuando me apetezca!

Y desde aquí os animo a prepararlos también vosotros y a disfrutar de nuestras tradiciones con los que más queréis, porque la vida, que tiene estas cosas, nunca sabes cuándo puede cambiar...


Mantecados Tradicionales (50 uds. aprox.)

- 250 g Harina de Fuerza
- 250 g Harina Floja
- 325 g Manteca de Cerdo
- 100 ml Vino Blanco
- 1/2 Cdta. de Sal
- Ralladura de limón
- 150 g Azúcar


- Derretimos la manteca en el microondas y la batimos con el vino, la sal y la ralladura de limón.

- Incorporamos la harina poco a poco, a mano o con la batidora usando la pala. Amasamos lo justo para integrar toda la harina y reservamos en frío durante una hora.


- Pasado ese tiempo, estiramos la masa con un rodillo sobre la encimera espolvoreada con harina. Lo dejamos con un grosor de 2 cm aproximadamente y lo cortamos con un cortapastas.

Pasad el cortapastas por harina de vez en cuando para que no se os pegue.

- Colocamos las piezas sobre una bandeja de horno con papel para hornear y cocemos diez minutos a 200º.


- Al sacarlos dejamos enfriar lo justo para no quemarnos y los pasamos por el azúcar.


Son riquísimos y como veis súper fáciles de preparar.


Aquí se toman como los polvorones o el turrón, con el café, de postre, como merienda, con una copa de sidra o cava o simplemente a cualquier hora para celebrar las fiestas.


Espero que os gusten y que disfrutéis las fiestas tanto como podáis.


¡Nos vemos pronto con más recetas navideñas!


¡Besos dulces!

Boira

No hay comentarios:

Publicar un comentario