viernes, 23 de septiembre de 2016

El final del verano, el principio de todo

Hace justo tres meses que publiqué mi último post.
El veintitrés de junio yo estaba con el subidón propio de inicios de verano, donde todo cabe, cuando ideas cientos de planes, escapadas, etc.
Y recuerdo que me despedí prometiendo "más recetas estivales".
Obviamente no ha sido así.

Este ha sido un verano un tanto atípico para mi en varios aspectos.
Ya sea por el calor o por la pereza de cocinar para uno solo, lo cierto es que me he alimentado estos tres meses a base de gazpacho, ensaladas, sandía y melón, poco más. Por eso no he publicado ninguna receta.

Pero ahora estamos en Septiembre, sin duda una de mis fechas favoritas del año. El nuevo curso ha empezado y, aunque este año ya no voy a clase, cosa que echo mucho de menos, también estoy muy ilusionada con otros proyectos de los que os hablaré pronto y que han ocupado la mayoría de mi tiempo este verano que ya queda tan lejos.

Septiembre para mi es cuando empieza el año de verdad, no en enero. Es el momento de reiniciar la actividad y además hay tantas opciones y posibilidades que, a mi personalmente y como parece no me canso de repetir una y otra vez, no me da la vida.

Ilustración de la maravillosa Lucia Be


No me da la vida para hacer todas las cosas que quiero hacer. Quiero aprender idiomas, retomar mi rutina de ejercicios, aprender a coser mi propia ropa, apuntarme a clases de canto, guitarra y piano, terminar proyectos, aprender a bailar, seguir con el blog y, por qué no, aprender a patinar sobre hielo. Creo que nada más.

No me da la vida.

Y aunque yo no soy muy de refranes, hay uno que dice, quien mucho abarca poco aprieta. Y como no quiero que me pase eso, voy a ir poco a poco, empezando cosas nuevas según vaya acabando otras. Aun no tengo muy claro qué cosas voy a hacer este año y cuáles tendrán que esperar, pero sin duda es lo bueno que tiene Septiembre: todas las posibilidades están ahí, elige lo que más te apetezca.


Brownies con ingrediente secreto (9 raciones)

- 4 Huevos
- 200 g Azúcar Blanca
- 200 g Azúcar Moreno
- 150 g Cacao en polvo
- 75 g Harina de trigo
- 2 Cdtas. Esencia de Vainilla
- 1/2 Cdta. Sal
- 2 Aguacates


Batimos los huevos a velocidad alta hasta que esponjen. Añadimos los azúcares y seguimos batiendo hasta que dupliquen el volumen.


Mientras tanto, tamizamos el cacao y la harina y lo añadimos a la mezcla poco a poco, batiendo a velocidad baja.


Añadimos la vainilla y la sal y por último la carne de los aguacates. Yo la machaqué con un tenedor y me quedaron algunos trocitos en la mezcla; podéis triturarla con un robot de cocina para que no queden grumos pero a mi me gusta así, cuando la gente lo ve y te pregunta qué son, que parecen nueces pero no...




Cuando la mezcla sea homogénea, la ponemos en un recipiente mediano engrasado y enharinado.


Horneamos entre 50 y 60 minutos a unos 135º. La cocción lenta y a baja
temperatura dan como resultado un bizcocho extremadamente jugoso y húmedo, casi como si estuviese crudo.


Hasta ahora creía tener en mi poder la receta de Brownie perfecta que os haré llegar próximamente, pero habiendo probado esta, la verdad es que no sé muy bien cuál me gusta más.


Tenéis que probarla en casa y quedaros con la gente cuando les digáis el ingrediente secreto que, creedme, nadie es capaz de adivinar.


Además, al no llevar mantequilla, ¡es apto para intolerantes a los lácteos! Os dejo una comparativa para que veáis las diferencias nutricionales entre mantequilla y aguacate que os terminarán de convencer.


Y así me despido por hoy. ¡Nos vemos muy pronto con nuevas recetas!


Besos dulces,

Boira

No hay comentarios:

Publicar un comentario