En la última entrada os hablé de la
importancia de tomar decisiones en la vida, de decidir si nos conformamos con
lo que tenemos o queremos cambiarlo.
Un amigo muy querido me escribió
un mail al respecto, preocupado, preguntándome qué me pasaba, dándome su visión
de saltar o no, reflexionando sobre que de lo único que se arrepiente es de las
cosas que no ha hecho, sobre los miedos que implican saltar, sobre las
consecuencias y los parapetos de seguridad con que contamos para amortiguar las
posibles caídas.
“Guíate por tu instinto” me dijo.
Muchas veces, las cosas que os
cuento aquí son más bien reflexiones que me pasan por la cabeza; no quisiera
preocupar a nadie, sino más bien haceros reflexionar a vosotros también unos
minutos, los que tardáis en leer el post, y que saquéis vuestras propias
conclusiones al respecto.
Cuando empecé a hacer la receta
que os traigo hoy no pintaba demasiado bien. El momento de incorporar la
mantequilla fue crítico; pensé que acabaría todo en la basura y me faltó bien
poco para tirar la toalla.
Pero continué; tenía ganas de ver
el resultado final aunque ya os digo que no me convencía mucho según la iba elaborando.
Al acabar, emplaté y la verdad es
que en apariencia no era demasiado agraciado…
Le di una vuelta y decidí
enchufar la fondue para darle un toque distinto; podría ser el postre perfecto
para una reunión de amigos: marsmallows, fruta y estas pequeñas porciones de
bizcocho.
El chocolate se quemó. Puse la
fondue demasiado fuerte… Que vosotros diréis qué más da, si en las fotos no se
aprecia... pero yo juego limpio y os lo cuento, tanto lo bueno como lo malo.
Aun así, no desistí y continué
con la sesión de fotos. Cuando arranqué la primera bolita, le hice sus fotos
correspondientes y le pegué un mordisco para ver el interior…..
¡MADRE MÍA DE MI VIDA!
Había seguido mi instinto y ¡qué
acierto, oiga!
Están buenísimas, esponjosas,
blanditas por dentro y doradas por fuera, con el azúcar caramelizado y la
canela… ¡Es para morir de amor!
Espero que os guste y os animéis
a preparar este postre que ya os digo es ideal para devorar pellizco a
pellizco, para compartir con los amigos, para mojar en chocolate o para tomar a
palo seco, ¡qué delicia!
Monkey Bread (10 pax)
- 420 g Harina de Fuerza
- 250 ml Leche Entera
- 5 g Levadura Seca
- 45 g Azúcar Blanca
- 1/2 Cdta. Sal
- 75 g Mantequilla a temperatura ambiente
- 100 g Mantequilla derretida
- 300 g Azúcar Blanca
- 3 Cdas. Canela en polvo
Monkey Bread (10 pax)
- 420 g Harina de Fuerza
- 250 ml Leche Entera
- 5 g Levadura Seca
- 45 g Azúcar Blanca
- 1/2 Cdta. Sal
- 75 g Mantequilla a temperatura ambiente
- 100 g Mantequilla derretida
- 300 g Azúcar Blanca
- 3 Cdas. Canela en polvo
- En un bol grande mezclamos la harina con la leche, la levadura, el azúcar y la sal.
- Dejamos reposar unos minutos y vamos añadiendo la mantequilla a temperatura ambiente poco a poco. Parece imposible que la masa incorpore toda, pero al final se consigue, no desesperéis porque sea extremadamente pegajosa.
- Pasados unos minutos lo volvemos a dejar reposar y repetimos el amasado durante un par de minutos con reposos entre medias. Yo lo hice tres veces y la textura de la masa cambia totalmente entre unos y otros.
- Cuando la masa esté fina y elástica, hacemos una bola y la dejamos en un bol engrasado y tapado hasta que doble el volumen. A mi me tardó, de hecho la dejé un par de horas.
- Pasado ese tiempo, trabajamos un poco la masa para que el aire salga. La extendemos con un rodillo en una superficie enharinada.
- Con ayuda de un cortapizzas cortamos la masa haciendo tiras y a su vez las cortamos en porciones pequeñas.
- Por otro lado, derretimos los 100 g de Mantequilla en el microondas y mezclamos en un bol los 300 g de Azúcar con la Canela.
- Hacemos bolitas con las porciones de masa, como si fuesen albóndigas. A mi me quedaron muy grandes pero las podéis hacer más pequeñas. Las pasamos por la mantequilla y las rebozamos en la mezcla de azúcar y canela.
- Pondremos las bolitas en un molde engrasado. Yo eché por encima la mezcla de mantequilla, azúcar y canela que me sobró. Una vez acabemos con toda la masa, lo tapamos y dejamos que doblen su volumen.
- Con el horno precalentado, horneamos 35 minutos a 180º.
- Al sacarlo del horno, dejamos enfriar completamente antes de desmoldarlo.
Y ya tenemos listo este delicioso postre o merienda.
¡Pellizcos blanditos con sabor a torrija!
Podéis como os decía bañarlos en chocolate derretido o tomarlos así, que están buenísimos.
Espero que os haya gustado y os animéis a prepararlo en casa.
¡Nos vemos pronto con novedades!
¡Besos dulces!
Boira
PD: si queréis ponerme voz, podéis ver algunos de los vídeos que han colgado en el canal de Youtube de Idental en los que os brindo algunos consejos sobre higiene bucodental...
https://www.youtube.com/watch?v=j1WZHCcwDmc
No hay comentarios:
Publicar un comentario